Historia

Las Antiguas Llamadas

Oscar D. Montaño

Según relatos de Isidoro de María, en Montevideo, al menos desde 1760, y de domingo a domingo, “los amos permitían a sus esclavos que fueran a sus “canchitas” alineadas a lo largo de la muralla que cerraba y cuidaba la ciudad”. En esos pequeños espacios de tierra apisonada, con una capa de arena, se reunían todos los africanos de acuerdo a su nación. Cada grupo iba ‘llamando’ a sus compañeros, los que salían de las casas de sus amos, y se reunían con quienes los ‘LLAMABAN’ desde la calle o desde la canchita. “Y así los cabindas, benguelas, marises, casanchez, moyolos, ukolos, etcétera, se reunían los domingos para sus cantos y bailes entonando sus cadenciosos yé, yé, yé, Calunga yé, eeé llumbá”(1) , narraba Isidoro de María.

Comparsa de Negros y Lubolos
Comparsa de Candombe
Principios del siglo XX

Según Francisco Merino, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, se “llamaban” los miembros de una comparsa o se unían los negros de cada barrio para “visitar” otros barrios: los de “Ansina” (Barrio Reus al Sur) iban hasta el conventillo de Gaboto (Gaboto entre Cerro Largo y Paysandú), o los de Gaboto iban hasta el “Medio Mundo” en la calle Cuareim. Hoy día, aún se pueden percibir distintos matices de sonoridad o ritmo según el barrio al que pertenece la “llamada”.

Las antiguas llamadas afrouruguayas tenían por finalidad “citar” a los tamboreros que no habían concurrido con puntualidad a la “sala” para, luego de la ceremonia, visitar a las autoridades nacionales. Llama la atención que esa práctica pervive en África con idéntico sentido convocatorio, por ejemplo, los yorubas, de Nigeria, en la zona occidental del inmenso continente, poseen no sólo llamadas de tambores sino también vocales.

Comparsa
Candombe
Ruben Galloza

El musicólogo Luis Ferreira cita al religioso africanista Armando Ayala sobre el carácter de la llamada y define que ésta “(…) es la preservación de su tradición, es el homenaje a sus ancestros representados en ese toque de tambor que es el originario de su barrio pero más importante que eso su nación, que aunque no lo sepan está viva en su sangre, en su corazón y en sus ojos que se iluminan cuando el ritmo se hace más fuerte”.(2)

Notas

(1) ISIDORO DE MARÍA. Montevideo Antiguo. Montevideo, Edición Amigos del Libro Rioplatense, 1938, p.279.
(2) LUIS FERREIRA. Los tambores del Candombe, p. 191

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